No
de otra manera cabe calificar la conducta de los tontos útiles que, por
convicción o por interés, se arriman a los secesionistas (antes los vascos, hoy
los catalanes) y que, quizá con la esperanza de congraciarse con ellos, buscan
la manera de ser más papistas que el papa. Necios.
Por
ejemplo, en el Farça, ¿quién era el
más proclive a las tesis secesionistas? No por ambigüedades u omisiones, sino
con declaraciones cristalinas y nítidas: pues no algún catalán de pura cepa
(suponiendo que exista tal cosa), como Piqué o Puyol, sino un charnego vendido
como Hernández, que lo mismo apoya a unos golpistas que defiende una dictadura
medievalista con el argumento de que la gente es feliz y no se queja (¿se ha
parado a pensar si pueden hacerlo?).
Y
en Barcelona, quien les hace más carantoñas a cuperos, ierreceos, pedecatos y demás compañeros mártires
son los neocom de la bruja Piruja. ¿Consiguen con ello
hacerse más tolerables a los ojos de los talibanes secesionistas? ¡Quiá! ¿La
prueba? Que el pasado día de san Jorge, independentistas radicales (eso dice el
titular, pero ¿qué independentista no lo es?) atacaron a la televisión
municipal de la ciudad condal acusándola de prensa española manipuladora.
Dejando
aparte el hecho de que todos los medios de comunicación están, por definición,
sesgados, yo de los neocom rogaría
porque no saliera adelante el proceso secesionista. Porque los tontos útiles
son tolerados mientras son precisamente eso, útiles; pero cuando dejan de serlo
se les da matarile, figurada o literalmente…
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