Cuando
los neocom no eran más que una panda
de piojosos malolientes (dicho sea con ánimo descriptivo, que no vituperador)
abogaban por la libertad para discutir cualquier tema sin temor a represalias,
así como por la consideración de la política como un servicio a la gente y, por lo tanto, el desapego a
los cargos públicos.
Sin
embargo, fue catar poder y que las cosas comenzaran a cambiar en menos de lo
que Stalin tardaba en montar una purga. Se instauró el pensamiento único (el
del líder único, por supuesto) y el enchufar a todos los amigos, familiares y
conocidos que fuera posible, al tiempo que desaparecía de su vocabulario la
primera persona del verbo dimitir en cualquiera de los tiempos verbales,
simples o compuestos.
Ejemplo
de esta mutación casi copernicana la tenemos en la región foral por
antonomasia, es decir, Navarra. Resulta que la que fuera líder allí, una tal
Laura Pérez, ha sido expulsada por la Comisión de Garantías Estatal. Pero la
interfecta asegura que no se marchará, al tiempo que ha denunciado acoso y maltrato por parte del partido.
A
propósito: lo que he enunciado en el primer párrafo es una conjetura, en el
sentido de que ni recuerdo qué rebuznaban los perroflautas en aquella época, ni
pienso consultar las hemerotecas para saberlo. Sin embargo, y a pesar de mi
renuencia a apostar, estaría dispuesto a jugarme lo que sea a que estoy en lo cierto…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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