sábado, 12 de mayo de 2018

Ya está tardando


En el calor de la situación, cualquiera puede decir cosas que no piensa realmente y que más tarde, reflexionado con calma, puede matizar o incluso retirar. Pero cuando, pasado el tiempo, ese cualquiera se mantiene en su posición, es porque no habló irreflexivamente, sino que proclamó sus verdaderos sentimientos sobre la cuestión.
Esto es lo que ha ocurrido con la neocom peruana del consistorio madrileño. Antes de seguir, puntualizaré que empleo el gentilicio con ánimo identificativo, y que lo que considero verdaderamente vituperable es la ideología, no el país de origen (es parecido a cuando Jesús Gil, refiriéndose a un miembro del primer equipo colchonero, dijo algo como ese negro es gilipoyas: todos se echaron las manos a la cabeza tildándole de racista, cuando –en mi opinión- mencionó la raza para precisar rápida e inequívocamente a qué jugador se estaba refiriendo con el insulto, que era gilipoyas). A lo que iba.
La interfecta esta, cuando un mantero falleció el Lavapiés de un ataque al corazón, insultó y calumnió a la Policía Municipal, cuyos miembros habían intentado realmente reanimar al fallecido. Pasadas varias semanas, y en sede judicial, la interfecta con apellido de jarabe se ha reafirmado en sus ataques al citado cuerpo policial.
Ergo no fue frutó de la irreflexión o de un calentón. Esa tipa no puede ni ver a la Policía Municipal, y por lo tanto debería abandonar su escaño y salir camino de Lima en el primer avión que despegue.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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