miércoles, 2 de mayo de 2018

Memoria, dignidad y justicia

Probablemente debido a una mezcla –en proporciones variables, dependiendo de a qué parte del espectro político nos estemos refiriendo- de cobardía, complejo y complicidad (las tres ces no estaban buscadas de inicio, aunque sí hacia el final), los distintos partidos políticos españoles, nacionales y regionales, siempre han tendido a mostrar tendencia a llegar a acuerdos con los asesinos miserables del hacha y la serpiente.
Negoció González, negoció Aznar –al menos, ab initio- y se arrastró Rodríguez lamiendo tafanarios. Cuando los asesinos anunciaron un alto el fuego indefinido, todos –menos la mayoría de las víctimas- se apresuraron a darse palmaditas en la espalda y a anunciar la victoria del Estado de Derecho y de la democracia sobre el terrorismo.
Falso. Incorrecto. Inexacto. Mentira. Han sido los encapuchados los que han ganado, los que siguen ganando y los que, como no cambien las cosas, ganarán al final. Porque si el portavoz del PP vasco admite que se puede adecuar la política penitenciara tras el comunidado de ETA y no descarta que, si desaparece la banda asesina, podría modificarse el criterio de dispersión de presos, si bien matizó que no hay prisa.
Yo tampoco tengo prisa. Estoy dispuesto a esperar a que cumplan íntegramente sus penas antes de acercarlos a sus domicilios. En una caja de madera de pino, de ser necesario…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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