sábado, 18 de agosto de 2018

A buenas horas

No creo errar por mucho –más bien, estoy bastante seguro de acertar- si conjeturo que la llamada corrección política se originó en las filas de los (auto) llamados progresistas. Con ese permanente afán bienqueda (según con quién, claro), buscaban (vamos a ser misericordiosos) no herir sensibilidades.
Sin embargo, como en casi todo lo que hacen los progres, las cosas se han salido de madre: la discriminación positiva a los negros estadounidenses ha creado, grosso modo, una casta de vagos subvencionados; la discriminación positiva para las mujeres ha engendrado el feminazismo; la lasitud para con los musulmanes ha creado un peligro para la civilización occidental que no se veía desde Guadalete, Poitiers, Constantinopla o Viena; y la corrección política (para según con quiénes, evidentemente) ha llevado a unos extremos de censura que dejan en pañales los de las dictaduras de uno y otro signo.
Por eso, que retroprogres como Bocabuzón, su marido o Echanove clamen ahora contra los excesos de la corrección político movería a la risa… si no fuera porque están en lo cierto.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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