Un
socialista no es sólo alguien capaz de sostener una cosa y la contraria y
afirmar que ambas son ciertas y progresistas. Es alguien que, de noche y en
mitad de un túnlel oscuro, es capaz de afirmar que puede ver lucir el sol. Es
decir, alquien que, como ya señalé en otra ocasión, sólo coincide con la verdad
por causalidad. Un embustero patológico, vaya.
Porque
esa es la opción más misericordiosa para calificar el hecho de que el gobierno
de sin vocales apoye la inmersión
(ahogamiento, más bien) lingüística de Cataluña y lo haga afirmando, con todo
el cuajo del mundo, que es un modelo de cohesión. También era cohesión la afirmación de ein volk, ein Reich, ein führer, y nadie diría que se trataba
precisamente de un modelo; al menos, no de un modelo de nada bueno, digno o
respetable.
La
opción menos misericordiosa sería, por lo tanto, considerar que los socialistas
apoyan la política paranacionalsocialista que practican (que llevan practicando
desde hace ya cuatro décadas) los secesionistas catalanes porque están de
acuerdo con sus postulados. Que lo hacen, por lo tanto, porque son tan
miserables como ellos.
Algo
que, vista la historia del partido de la mano y el capullo desde sus orígenes
hasta el presente, tampoco es que suene tan descabellado, la verdad…
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