domingo, 5 de agosto de 2018

Por donde amargan los pepinos

Los movimientos por las opciones sexuales no tradicionales (por denominarlas de alguna manera que no suponga tener que recitar todo el abecedario con las letras en un orden también no tradicional: primero la ele, luego la ge, luego la te, luego la be, luego la i, luego… quién sabe cuál) se organizaron, según sus defensores, para acabar con la discriminación que sufrían sus miembros.
Sin embargo, como todo aquello en la que la izmierda mete la zarpa, se han politizado. Sólo eres un homo/bi/trans/a/lo que sea sexual si, además, eres de izquierdas. Si eres de derechas, primero eres de derechas, y luego no eres nada, al menos para los del llamado lobby gai.
Así lo demostraron los organizadores de la llamada marcha del orgullo (si vestirse como un mamarracho, cuando van vestidos, y ofender al buen gusto, la educación y la decencia es para sentirse orgullosos, ellos/as/es sabrán), en la que, decían, reivindicaban los derechos de los transexuales… y vetaban al Partido Popular.
Bien. Mejor solos que mal acompañados. Si no fuera porque sospecho que, probablemente, disfrutarían, terminaría esta entrada diciendo Que les den.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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