Dejamos, de momento, al tío Paco y nos ocupamos de cosas más serias y, sobre todo, más actuales. De
los mismos delirios ecoloidiotas que proponían tratar la menstruación con
espongiarios y educar a los niños por la tribu nos ha llegado otra idea que busca retrotraer a la humanidad
–o, al menos, a la porción de la misma que padece la nacionalidad española- a
la Edad de Piedra, sobre poco más o menos.
En
efecto, hará cosa de un mes los neocom
lanzaron una serie de objetivos en materia energética. En primer lugar,
proponían acabar con el carbón; lo que, bien mirado, no es una mala idea,
especialmente si el carbón que se emplea es el extraído en España que, amén de
ser caro, es de mala calidad (ya hace dos siglos estaba claro que resultaba
mucho más rentable importarlo del Reino Unido). Luego, típica matraca ecologeta, también persiguen acabar con
las centrales nucleares… lo que, lisa y llanamente, es una estupidez: la
energía nuclear es la más rentable y la menos peligrosa, salvo imponderables:
en los casi tres cuartos de siglo que se lleva empleando, sólo ha habido tres
accidentes verdaderamente serios, que recuerde: Three Miles Island, Chernobil y
Fukushima, y el segundo se debió a la típica negligencia comunista, mientras
que el tercero se originó por un maremoto. Para remate, en ese típico afán de
atraer todo hacia lo público, proponen municipalizar la red de distribución.
Como
tengan tanto éxito con esto último como con los demás servicios
remunicipalizados, el futuro cercano se presenta frío y oscuro, como el reinado
de Witiza… o peor.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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