La
izquierda española, en general, siempre ha sido enemiga de España. Hay, como en
todo, excepciones, tanto dentro de la izquierda nacional como de las izquierdas
regionales; pero son los menos de los casos, y precisamente por ello su
bonhomía refulge todavía más dentro de la mediocridad (por no decir
miserabilidad) de sus conmilitones.
La
extrema izquierda actual no es en esto muy diferente de sus antecesores
ideológicos, aquellos que, en plena contienda civil, daban vivas a la URSS y mueras a
España. El líder neocom, Junior, tan sectario como ignorante, tan
soberbio como despreciable, es en esto digno epígono de sus predecesores. No
sólo ha ensalzado a los asesinos terroristas en los tabernuchos en los que esas
alimañas se congregan, sino que más recientemente ha visitado a los golpistas
presos en las cárceles españolas.
Conociendo
al personaje, lo más probable es que no tratara de reconvenirles, sino más bien
de darles aliento para que perseveren en su actitud.
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