Los
partidos comunistas de todo tiempo y lugar han buscado siempre ejercer un
control férreo sobre todo –la sociedad, desde luego, pero también las propias
filas-, puesto que a nadie le gusta estar bajo el mando dictatorial de otro
que, además, se pega la gran vida mientras ese nadie malvive en el mejor de los casos.
Los
neocom españoles no son una
excepción. Aunque nació como un movimiento teóricamente asambleario, una vez se
constituyeron en algo parecido a un partido político (porque los morados son,
gracias a Dios, un totum revolutum
malamente amalgamado) se creó una estructura fuertemente jerarquizada en la que
el (único) que manda es el líder supremo.
Lo
malo es que, como he dicho, Potemos
es una ensalada de corrientes, mareas, movimientos y demás compañeros mártires.
A las primeras de cambio, en cuanto logran tener un peso específico propio, los
líderes regionales le salen respondones y pretenden -¡habráse visto tamaña
osadía!- actuar por su cuenta y criterio. Es lo que está ocurriendo en Andalucía
–no puedo decir que lo lamente, puesto que considero que todo lo que pueda
debilitar a los comunistas es consiguientemente bueno para España-, donde
Teresa Rodríguez le ha salido respondona y pretende formar un nuevo sujeto político que actúe según sus
propios objetivos, y no los que le vengan marcados desde Vistalegre.
Ante
semejante tesitura, Junior ha puesto
a actuar al bocachancla de Echeminga
que, fiel a su estilo, ha combinado las acusaciones con las amenazas y las presiones, con su eficacia habitual.
Nihil novo sub sole, por lo tanto… aunque
ese sole sea colorado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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