viernes, 14 de diciembre de 2018

Es triste

Una parte no desdeñable de la dificultad de terminar con el terrorismo de ETA fue que parte del clero católico vasco dio primacía a lo particular frente a lo general; esto es, que se consideraban antes vascos que católicos (es decir, universales).
Un problema semejante es el que se presenta actualmente en Cataluña, con sacerdotes de todo rango y condición apoyando el golpe y a los golpistas, por acción o por omisión. Tan pronto trescientos curas catalanes procesistas piden a los obispos de España que no repitan el error de la Guerra Civil (se supone que el error fue, no tomar partido, sino tomarlo por quienes estos sacerdotes a los que dudo ilumine el Espíritu Santo consideran el bando inadecuado... todavía pretenderán que apoyasen a quienes los querían masacrar), al tiempo que dicen que hay personas procesadas y encarceladas por perseguir lo que muchos de nosotros consideramos justo y adecuado a derecho, como todo un señor obispo pide a sus feligreses ayunar por los políticos presos.
Con semejante estado de cosas, no es de extrañar que estamentos más laicos se preparen para repartir hostias (perdón por el juego de palabras irreverente) más contundentes. Y mientras los Clicks Unidos de Playmobil propugnan paralizar todo cuando arranque el juicio a los golpistas, los miembros constitucionalistas de la policía regional (alguno que otro hay, a lo que parece) alertan de que la seguridad no está garantizada para cuando, dentro de una semana, el Consejo de Ministros se reúna en Barcelona.
Francamente, que un Gobierno no pueda reunirse con seguridad en cualquier parte del territorio que (presuntamente) gobierna es para hacérselo mirar. El propio gobierno, y aquellos ciudadanos que lo apoyen.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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