Supe
por primera vez de la existencia de Manuela Carmena hará cosa de treinta años,
cuando la nombraron decana de los jueces de Madrid. Una familiar,
excepcionalmente de izquierdas en una familia en la que la inmensa mayoría
sopmos de derechas (o eso creo), la tenía en gran consideración. Sólo por eso
debería haberme puesto en guardia. En aquel entonces sólo me pareció que era
una mujer francamente fea. Aunque pudiera ser que la foto no la favoreciera (en
escrozo, blanco y negro…), el estado actual del personaje me hace pensar que
siempre ha estado más cerca de Picio que de Afrodita.
Luego,
desapareció de mi radar hasta los prolegómenos de las últimas elecciones
municipales, en las que se presentó al frente de las listas neocom. Alguna conocida tengo que la votó,
sin ser de izquierdas, con la justificación de que doña Rojelia no era de Podemos. Es evidente que esta amiga no había
aplicado el teorema del pato: si parece un comunista, habla como un comunista y
actúa como un comunista, la única conclusión posible es que se trata de un
comunista. Cuando, viniendo como venía del despacho de los abogados de Atocha,
es evidente que lo era (y lo seguía siendo).
La
ex abogada, ex juez, filoterrorista y defraudadora fiscal se presentó a las
elecciones revestida de un aura de abuelita amable y simpática. Una especie de
antítesis de la antipática Esperanza
Aguirre, esa derechista con la mala costumbre de soltarle siempre a la
izquierda las verdades del barquero. Y aunque sus adláteres no dejen de decir
que ganaron las elecciones, no lo hicieron: quedaron segundos, y se auparon a
la poltrona con la ayuda de los terceros (al parecer –lo de al parecer es sarcasmo, claro-, la
izquierda considera legítimos los pactos
de perdedores cuando les sirven a ellos).
Tras
estos tres años, y tras varios pasos de yenka en relación con su permanencia o
no en la política, parece que la anciana le ha cogido el gusto a eso de
sostener la vara de la alcaldía capitalina y anunció que se presentaría a la
reelección. Como la marca blanca neocom
ya no engaña a nadie que no esté dispuesto a dejarse engañar, ha planteado una
plataforma encabezada por ella (naturalmente), al tiempo que sostiene que no
tiene nada que ver con Podemos ni necesidad de hablar con Pablo Iglesias.
El
Chepas, en una de sus raras
coincidencias con la verdad, le ha bajado los humos recordándole que si está
donde está, es gracias a ellos, no por su cara (nada) bonita.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario