La
ambición de los políticos, sobre todos de los de izquierdas, suele estar en
relación inversa a su espíritu de servicio público. La filoterrorista que
empuña la vara de primer edil de la villa y Corte es un buen ejemplo de ello.
Doña Rojelia anunció hace un mes
que concurriría a las elecciones con su plataformita,
pero avisando que, de no revalidar el puesto (que no la victoria, por mucho que
se harten de decirlo: fueron los segundos), se marcharía para su casa. Literalmente
avisó que nunca me quedaría en la
oposición.
Precisamente
desde los bancos donde debería estar y a los que no quiere ir a parar le señalaron
que si tiene edad para ser alcaldesa (algo que yo pondría seriamente en duda,
la verdad), tiene edad para estar en la oposición. Al tiempo que Junior, que más allá de los de la mano y
el capullo es quien la aupó al escaño que calientan sus arrugadas (presupongo)
posaderas, señalaba que la defraudadora fiscal no hubiera sido alcaldesa si los
neocom no la hubieran propuesto.
Y
es que el poder desgasta… sobre todo, a quien no lo tiene, como dijo Giulio
Andreotti.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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