Al
hilo del titular Ana Pastor expulsa a
Rufián tras una bronca tabernaria en el Congreso aprovecho para reflexionar
sobre un tema al que llevo tiempo dándole vueltas: el de borrar del diario de
sesiones tales o cuales expresiones.
En
teoría, el diario de sesiones buscaría reflejar fielmente todo lo acontecido
durante las sesiones de una cámara parlamentaria (en el caso que nos ocupa, el Congreso
de los Diputados español). Pero si empezamos a quitar cosas, ¿dónde parar?
Porque claro, si quitamos el golpistas
dirigido a los golpistas, habrá que quitar el fascistas que éstos profirieron en represalia; y si se quita esto,
habrá que quitar la bronca posterior, puesto que las broncas no surgen de la
nada, y menos de una paz tan seráfica como la del diario expurgado; quitada la
bronca, habrá que quitar también la expulsión de los diputados golpistas, ya
que ¿cómo explicar que se les ha expulsado por algo que, según el diario, no
habrían hecho? Y si no han sido expulsados, no han abandonado sus escaños ni
han desfilado camino de la salida, por lo que –salvo que tengan unos pulmones
más prodigiosos que los de un cantante de ópera- no habrán podido escupir al
ministro de Asuntos Exteriores de España; si no hay gargajo, los golpistas se ciñen a la verdad (según el diario) cuando niegan el escupitajo (aunque que digan que se defienden queda un poco cojo, porque -según el diario- nadie les ha atacado), y el gobierno no
queda mal por no defender al (no, según el diario) escupido.
Pero,
si nada de lo anterior ha tenido diariamente
lugar, ¿a santo de qué Sin vocales
pide a Casado y a Rufián –nunca un apellido estuvo tan bien puesto- que se disculpen por el gapo y por qué dice que sobre
todo tienen que hacer una reflexión los grupos mayoritarios sobre el nivel
de crispación en la cámara? Sobre todo porque él, que yo recuerdo, aún no ha
pedido disculpas por el insulto a Rajoy en el debate electoral televisado.
Para
colmo de males, cuando la presidente de la cámara baja se comparó a sí misma
con una institutriz, las representantes del gremio (del gremio de
institutrices, no del de presidentes de cámaras legislativas) le saltaron
(metafóricamente) al cuello a doña Ana, señalando que su profesión no es un insulto ni es machista.
Luego me
enteré que cuando algo se borra del
libro de sesiones lo que se hace es ponerlo entre corchetes. Pero, para
entonces, tenía la entrada prácticamente armada, así que…
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