Hay
un chiste que dice que cuando estás muerto, tú no te das cuenta ni sientes
nada, pero que los demás lo pasan mal, y que eso mismo ocurre cuando eres
gilipoyas. No sé si tendrá mucho que ver con el tema de la entrada, pero es lo
primero que me vino a la cabeza cuando me puse a escribirla.
Ya
desde mi época para acá me ha parecido apreciar un descenso tanto en la calidad
de los materiales pedagógicos como en el nivel de exigencia del sistema
educativo (una y otra cosa siempre hablando en términos de promedio, por
supuesto). Pero lo que hasta ahora no se había visto era que los socialistas –desde
mi punto de vista, los culpables por acción (los populares lo serían en todo caso por omisión, si no fuera porque
han intentado cambiar las cosas, pero el estamento profesoral y rectoral se ha
opuesto a ello negándose incluso a aplicar la norma) de esa degeneración-
lanzaran la idea de que se pudiera aprobar el Bachillerato con un suspenso. Y como
argumento dicen que el peor castigo es la rebaja de la autoestima.
No,
señora mía: el peor castigo es hacerles creer que están preparados, cuando no
lo están. Así, el batacazo será aún mayor, porque al mundo laboral la
autoestima se la trae floja: lo que le importa es la cualificación. Y los bachilleres del dctr Snchz tendrán la autoestima por las nubes... pero se quedarán en el paro.
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