La
enemistad entre el actual secretario general del PSOE y la líder de la
formación en Andalucía (de momento) es tan palpable que hasta un ciego podría
notarla.
Todo
empezó, a lo que parece, cuando Susana Díaz, quizá temerosa de dar el salto a
Madrid (ese parece haber sido siempre su problema) decidió optar a la
secretaría general del partido por persona interpuesta. Para ello eligió a un
político joven, sin pasado reseñable y, en apariencia, fácilmente manejable por
alguien más experimentado. Vamos, más o menos lo mismo que, cosa de una década
antes, ocurrió con Rodríguez.
Y
ocurrió lo mismo que con Rodríguez. Si quieres
saber cómo es Pedrito, dale un carguito, viene a decir el refranero. Se lo
dieron, y todos los españoles nos hemos enterado: ambicioso, despiadado, frío,
sin palabra y soberbio. Como ya señalé hace unos días, un psicópata de manual.
La
organización defenestró a Sin vocales.
Pero no le mataron del todo, políticamente hablando, y por eso pudo volver. Tanto
pudo que, de hecho, recuperó la secretaría general, en pugna esta vez con
Susana, que al parecer no acaba de medir bien los tiempos: no se presentó
cuando más posibilidades tenía de ganar dentro del partido, porque la bofetada
fuera era casi segura; y se presentó cuando menos posibilidades tenía dentro
del partido. Y perdió. Y Pdr Snchz,
al fin, se quitó la careta, y comenzó la tarea de (intentar) laminar a su gran
rival dentro del partido.
Pacientemente,
aguardó hasta que el PSOE se la pegó en Andalucía. Eso que parecía que nunca
ocurriría, ocurrió. Lo que era una derrota para el partido era una victoria
para él (y ya sabemos que a él lo único que le importa es, precisamente, él).
Pero
Susana se ha hecho fuerte en sus posiciones, y presenta batalla. Resiste hasta
donde puede. Cuando cede, no es sin dura lucha. Y, al igual que su rival, toma nota de todos los desaires. Ni perdona ni olvida.
Como
esto dure un poco más, nos libramos del PSOE para los restos. Será una derrota
para el partido… y una magnífica victoria para España.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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