Con
el cambio de siglo, los políticos socialistas en general –me refiero a los
españoles, claro está, que son los que tengo más a mano- me suscitan en general
la duda de si son más tontos que malos o más malos que tontos.
Repárese
en que la duda no radica en si son tontos o malos. Asumo que, en general, son
ambas cosas en un grado variable, aunque siempre tonto. Y la estulticia, dado
el páramo intelectual en la que Rodríguez convirtió al partido de la mano y el
capullo –que, por otra parte, tampoco fue nunca un vergel del pensamiento
elaborado, salvo cuando se nutrió de viejos cuadros del franquismo-, ha ido
ganando terreno a una velocidad importante.
Porque
¿cómo es posible que se reconozca a un sindicato de trabajadoras sexuales, para
después rechazarlo y reconocer que te han metido un gol por toda la escuadra…
pero seguir en la poltrona, cobrando el sueldo y sin que se te caiga la cara de
vergüenza?
¿O
que un secretario de Estado diga que se pueden producir recortes en las
pensiones de viudedad y luego llegue la ministra, le corrija y descarte esos
recortes? En otros tiempos, a eso se les llamaba globos sonda. En otros tiempos, eso se hacía con un poco más de
discreción.
Cuando
había más de una neurona atrofiada por cráneo. Pero eran otros tiempos…
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