El
llamado lenguaje inclusivo (en
realidad debería llamarse desdoblado,
o algo así, puesto que separa gramaticalmente ambos –aquí sí- géneros; cuando
no se hace, el masculino incluye el
femenino si el sentido de la palabra lo permite) resulta un atentado contra la
gramática, el sentido común y hasta el buen gusto.
Sin
embargo, esta aberración presenta una ventaja indudable: lo que la emplean,
ante la necesidad de decir todo dos veces –so pena de caer en una incoherencia
machista y heteropatriarcal si no lo hacen… y ya os digo yo que pillarles en un
renuncio es infinitamente más fácil que el proverbial quitarle el caramelo a un
niño (tarea que el que acuñó la expresión nunca acometió, estoy seguro, puesto
que es hazaña digna de figurar entre los trabajos de Hércules)-, sólo pueden
decir, en un determinado lapso de tiempo, la mitad de las tonterías que una
persona normal. Tonterías que, por otra parte resultan el doble de divertidas. O
elevadas al cuadrado. Mucho, en cualquier caso.
Tomemos
el caso de esa vocera neocom que,
hace cosa de un mes, dijo que el Chepas
estaba muy ocupado cuidando a sus hijos e hijas. La frase provocó la hilaridad
general, puesto que Junior no tenía,
que se supiera, más que dos hijos varones.
Al
quite acudió presurosa la calientacamas,
que tras decir que en España la gente no tiene hijos porque la vida está muy difícil,
vino a demostrar que ellos ya no son gente, puesto que anunció que estaba de nuevo embarazada. Incluso adelantó el sexo del bebé: niña. Nueva rechifla
generalizada, puesto que definir el sexo de un ser vivo (recordemos a la
eminente científica que dijo que un feto de tres meses es un ser vivo, pero no
un ser humano) atendiendo únicamente a sus características anatómicas externas
resulta, qué se yo, retrógrado, fascista, machista y hasta heteropatriarcal. No
podemos saber ahora si lo que viene es varón, mujer, intergénero, cisgénero,
transgénero o marciano.
Claro,
que no otra cosa cabe esperar de quien habla de fuerzos y cuerpas de seguridad del Estado. Semejante patinazo envía
a miembras y portavozas al furgón de cola de las chorradas lingüísticas.
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