En
un mundo perfecto –donde las cosas sucedieran como Dios manda, quiero decir-,
el juicio a los golpistas estaría, como quien dice y perdón por el chiste
judicial, visto para sentencia. Lo que deberían ser los dos últimos clavos en
el ataúd de la sentencia fueron dados este fin de semana, uno justo antes y el
otro justo después.
El
Viernes, la Fiscalía dio por demostrada la rebelión del 1 de Octubre tras el testimonio del guardia civil que acreditó
la insurrección. Hoy Lunes, Cocomocho
destrozó la estrategia de los golpistas enjuciados (yo no sabía, yo no quería) y manifestó que la declaración de independencia fue válida. Vamos a dejar de lado
el que además de válida, como dice el del corte de pelo inefable, fuera poco
menos que virtual y suspendida de efectividad casi inmediatamente; vamos a
dejar de lado, también, cómo reaccionarán las hordas aullantes que estos
golpistas de pitiminí han azuzado y que ahora no saben cómo parar.
Como
digo, esto debería ser el principio del fin. Pero estamos en España, un país en
el que saltarse la legalidad, según quién seas y dónde lo hagas, puede llegar a
salir gratis, quién sabe…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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