En
las elecciones generales que se celebran dentro de diez días escasos, el muñeco
del pim-pam-pum al que todos disparan
es, naturalmente, Vox.
Desde
la izquierda, porque consideran que les resulta rentable alimentar el miedo a
la derecha que regresa para, de este modo, alentar a los remolones a que voten
(a que voten izquierda, claro está). Desde la derecha, porque la formación de
logo verde puede verse como una versión desacomplejada de sus propios
postulados: al fin y al cabo, si no tienen nada que perder, tienen todo que
ganar.
Todo
este preámbulo –últimamente me están saliendo unos preámbulos considerables-
viene a cuento de la propuesta que lanzó Abascal hace un mes, proponiendo (así
decía el titular) blindar la autodefensa y la tenencia de armas en España. La
cosa, naturalmente, no era tan simple.
Esa
propuesta vino al rebufo de casos como el del policía que disparó a los
asaltantes que atracaron su casa (para él pedían una pena de veinte años, mientras
que para los asaltantes pedían sólo cinco), o el del anciano que se defendió a tiros de los que asaltaron su casa y golpearon a su esposa. Lo que Vox proponía era que quienes
tuvieran legalmente un arma en su casa –sin cambiar para ello la legislación
sobre armas; nada de ir con armas por la
calle, como caricaturizaron maniqueamente las demás formaciones políticas-
y la emplearan para defenderse en casos como el que he relatado, no fueran
condenados por ello. Es algo que en países como Estados Unidos, por ejemplo,
está permitido: si entras en casa ajena y te descerrajan un tiro, el descerrajador
tiene todo el derecho a hacerlo.
El
problema surgía cuando, por mor de la concisión, Vox proponía que los españoles
honrados pudieran usar armas para
defenderse. Naturalmente, surgía la cuestión de quién decide quiénes lo son. La
disyuntiva desaparecía cuando se atendía al detalle de la propuesta: aquellos
que, teniendo el arma en regla (con licencia y demás) carecieran de
antecedentes penales.
Naturalmente,
aquello fue un fuego de artificio (perdón por el chiste fácil), y hoy casi
nadie se acuerda de ello…
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