Continuando
con lo que decía ayer, hay muchos españoles que parecen haberse percatado de
que Sin vocales está dispuesto a cualquier
cosa –y de ahí, entre otras razones, el que lo calificara de psicópata- con tal
de mantenerse en el poder.
Y
esos mismos españoles no tienen mayor problema en espetarle a la cara a
semejante individuo que España no se vende, y que es un traidor. En estos
españoles radica mi esperanza. En la de esos miles y miles de españoles que,
cansados de que una caterva de desgraciados sin escrúpulos arramblen con todo
para satisfacer un ego hipertrofiado y una ambición desmedida.
En
esos españoles que, como los que tras el butifarrendum
II perdieron la vergüenza y los complejos y exhibieron sin rubor la enseña
nacional en calles y balcones, en plazas y terrazas, le digan a un partido
socialista secularmente hispanófobo que hasta aquí hemos llegado.
Es
agarrarse a un clavo ardiendo, lo sé, pero… ¿qué otra opción nos queda?
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