A
algunos, la versión oficial de lo que
ocurrió el 11 de Marzo de 2.004 no nos resulta convincente. A algunos, las
inconsistencias e incoherencias del juicio a los presuntos culpables nos huele
a podrido. Algunos estamos convencidos de que lo que quieren hacernos tragar no
es lo que realmente pasó.
Luego
están los otros. Los que creen que cuatro pelagatos fueron capaces de montar el
mayor atentado terrorista de la historia de España y cambiar el rumbo político
de un país. Los que creen que en los trenes había goma 2 eco y vale ya. Los que sostienen que la
sentencia recoge la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad de lo
sucedido.
Los
primeros somos minoría. Los segundos son mayoría. Aparentemente, porque si ya
se sabe todo lo que pasó, ¿cómo es que la Audiencia Nacional se plantea reabrir el 11-M tras un escrito presentado por ese miserable, esa rata de albañal, que
responde por Villarejo? ¿Cómo es que se reabriría la causa si los nuevos datos
facilitados por Villarejo son sólidos
y verosímiles?
Llamadlo
conspiranoia. Llamadlo sesgo de confirmación. Llamadlo afán de saber la verdad.
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