martes, 12 de julio de 2016

Más vale tarde que nunca

No me tengo por un fino analista político. Entendámonos, sé que soy inteligente, nada modesto, con cultura, conocimientos amplios de Historia y que procuro escribir bien. Pero no creo verter en este blog demasiados comentarios originales, sino más bien (en general) una especie de decantación de lo que leo en los periódicos y oigo en la radio (la televisión, a los efectos de los comentarios políticos, no la veo prácticamente nada), todo ello tamizado por mis propias convicciones políticas (algunos dirían que por mi sectarismo, aunque procuro repartir estopa a diestro y siniestro... más a siniestro que a diestro, para qué vamos a negarlo).
A pesar de todo lo anterior, hay gente que sigue este blog (a mí también me sorprende) y que parece valorar las opiniones que vierto en él. Algunos incluso las solicitan expresamente; por ejemplo, en el caso de las últimas elecciones generales en España, con el recuento recién terminado ya había quien me estaba preguntando mi opinión. Sin embargo, en esos momentos me encontraba fuera de España y sin un ordenador, por lo que no pude complacer a esa persona. Y después se me ha juntado otro viaje, con lo que he ido retrasando esta entrada hasta tal extremo que la persona solicitante ha manifestado sutilmente que todavía estaba esperando mis comentarios. Bueno, pues no tiene que esperar más, porque aquí están.
A diferencia de la generalidad de los procesos electorales, en los que se suele decir que todos ganan (lo suelen decir los que participan), en los comicios del 26 de Junio pasado podríamos decir que todos han perdido, si bien, como diría Eric Blair, algunos han perdido más que otros. Vamos de menos a más:

  • Ciudadanos ha retrocedido en escaños, con lo que su importancia relativa se ha visto disminuida. Sumando sus escaños y los del PSOE ya no alcanzan, ni de lejos, los obtenidos por el PP. Su tibieza (algunos dirían que su excesiva proximidad al PSOE y, consecuentemente, su alejamiento del PP) les habría pasado factura.
  • Los comunistas (neocom y paleocom coaligados) también han perdido. No han logrado, no ya ser la primera fuerza política (sería cuestión, en tal caso, de ir haciendo las maletas), sino ni tan siquiera el tan profetizado sorpasso. De hecho, apenas han logrado mantener los escaños que tenían en el recién disuelto Congreso, lo que, dado el sistema electoral que rige en España, favorecedor de los partidos grandes, es un desastre sin paliativos (o con muy pocos).
  • El PSOE parece seguir empeñado en romper, vez tras vez, su suelo electoral. El hijo de P hizo bueno a Almunia, Pdr Snchz hizo bueno al hijo de P y, en una curiosa pirueta, Pdr Snchz se ha hecho bueno a sí mismo. A este ritmo, el PSOE va camino de ser lo que era antes de que recibiera una inyección económica de EE.UU. y Alemania en los años setenta del pasado siglo: una de tantas fuerzas de izquierda, y no precisamente la más importante.
  • El PP, merced al tancredismo de su presidente, es la única fuerza que ha subido en escaños. De hecho, gana prácticamente tantos como pierden PSOE y Ciudadanos. No les basta, ni de lejos, para asegurarse un gobierno en solitario con tranquilidad parlamentaria, pero unidos a los naranjitos se quedan al borde de la mayoría absoluta, y bastante por delante del bloque de izquierdas.
  • Mención aparte merecen los necionanistas catalanes, que van de fracaso en fracaso hacia el desastre final. Juntos o por separado, con un nombre o con otro, se ha confirmado lo que venía anunciándose desde hace tiempo: el partido que fundó Jorgito Polluelo ya no es la primera fuerza regionalista en Cataluña.
En cuanto a qué pasará... bueno, es difícil decirlo. El PSOE sigue encontrándose en una alternativa diabólica, del estilo de la que planteó Forsyth en la primera novela suya que leí. Haga lo que haga, sus perspectivas son bastante negras: si se une a los comunistas, se lo meriendan; si apoya al PP, los comunistas también se lo meriendan; y si intenta nadar entre dos aguas... los comunistas también se lo meriendan. Lo único claro es que, vista la tendencia, unas terceras elecciones generales serían un desastre todavía mayor para el partido del puño y la rosa. Sin embargo, es tanto su odio africano a la derecha que son capaces de suicidarse (políticamente) con tal de que no gobierne el Partido Popular.
No sé, queridos lectores, si esta entrada cumple vuestras expectativas. Es lo que he podido pergeñar, a vuelatecla y con retraso. Va por vosotros.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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