martes, 20 de junio de 2017

Los progres, ese cáncer

Amancio Ortega es lo que los anglosajones denominan un self-made man, un hombre hecho a sí mismo. desde los orígenes más humildes ha logrado escalar, a base de tesón, trabajo duro y buen olfato, hasta alcanzar el podio de los más ricos del planeta. El dinero no le ha venido caído del cielo, sino que ha tenido que sembrar y cosechar, sembrar y cosechar.
Amancio Ortega es, también, un gran hombre (y, como todos los grandes hombres, tuvo detrás a una gran mujer, su difunta primera esposa). Alguien que no parece haber olvidado de dónde viene, y que no vive encerrado en su torre de marfil ni se limita a disfrutar del dinero que ha ganado honradamente con su trabajo. Tendría todo el derecho del mundo a hacerlo, y nadie podría reprochárselo (aunque más de uno y más de dos lo harían), pero no lo hace. Parece querer devolver a la sociedad parte de lo que ha obtenido, y no son extraños ni infrecuentes los donativos (proporcionales a su fortuna) para tal o cual buena causa.
Claro, que siempre hay ignaros cuyo sectarismo les impide aceptar esas muestras de generosidad (¿la envidia, quizá?). Así, tras realizar la Fundación Amancio Ortega una donación de trescientos veinte millones de euros (algo más de cincuenta mil millones de las antiguas pesetas) para la lucha contra el cáncer y la adquisición de equipos de última generación, no han faltado los papanatas que, amparándose en una supuesta dignidad, han rechazado el regalo (la limosna de millonario, la ha denominado el partido neocom). Los primeros, los progresistas aragoneses, cazurros ellos. Sus palabras no tienen desperdicio:
Nuestra comunidad no tiene que recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad. Aspiramos a una adecuada financiación de las necesidades mediante una fiscalidad progresiva que redistribuya recursos priorizando a la sanidad pública.
Lo primero que debe hacer el Gobierno de Aragón es instaurar medidas para recuperar el derecho universal a la salud perdido desde el 2012. Y solucionar urgentemente las carencias que desbordan centros y profesionales, falta de material, bajas que no se reponen, cierres de camas o el fraude de las listas de espera.
Me limitaré a comentar que el derecho universal a la salud no parece en peligro. Quizá se refieran al derecho universal a la atención sanitaria, o a la sanidad para decirlo en una palabra. Y a quien deberían reclamárselo es a sus correligionarios progres, que llevan ya medio mandato rigiendo los destinos de la comunidad autónoma.
Tampoco tiene desperdicio lo que han dicho sus equivalentes canarios (desconozco si una hora antes o no):
Desde la dignidad del pueblo canario, nuestra comunidad no tiene que recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad. Menos aún de quien siendo el mayor accionista de una de las mayores empresas y fortunas personales del Estado tendría que demostrar no su filantropía sino su obligación de contribuir al erario público de forma proporcional a sus beneficios y en la misma proporción que el resto de los contribuyentes.
Esperemos que sepan de sanidad más que de fiscalidad, porque los muy cretinos (en una flagrante incoherencia con sus compañeros de la zona del Ebro) hablan de proporcional y no de progresividad (estos no son más tontos porque no entrenan). Seguro que el señor Ortega les habrá agradecido esa propuesta de tener que pagar menos impuestos.
Ahora en serio. Quienes sí han agradecido la generosidad del empresario gallego han sido las asociaciones de enfermos de cáncer y los propios enfermos individualmente. Ellos, y no esos desgraciados a los que se les llena la boca rechazando regalos, son quienes de verdad sufren la enfermedad, y quienes de verdad agradecen cualquier ayuda en la lucha contra la misma, venga de donde venga.
En cuanto a si esa donación desgrava o no, cosa que los supradichos cretinos parecen no mencionar (hasta para eso son cortos de miras)… ¿y qué?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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