viernes, 16 de junio de 2017

Pues claro que sí, Rafa, pues claro que sí

No conozco de primera mano la catadura moral de los políticos allende nuestras fronteras, pero apostaría, sin demasiado temor a perder, que debe correr, en general, pareja a la de los representantes patrios: manifiestamente mejorable tirando a regular.
Esto es especialmente cierto en lo que toca a la sinceridad hacia ellos mismos. No es que hacia sus rivales políticos sea otra cosa, pero tienden a decir las del barquero en relación con sus adversarios; los de derechas, por lo común, quedándose cortos (el maricomplejinismo), y los de izquierdas cargando las tintas (la autoatribuida superioridad moral de la izquierda).
Todo lo anterior vale si tienen tiempo para pensar lo que dicen. Si reaccionan sobre la marcha, en cambio, y como todo ser humano –sí, los políticos lo son, aunque a veces no lo parezcan-, tienden a decir lo que piensan, en el sentido de que dicen lo que les pasa por la cabeza.
Valga toda esta perorara introductoria para entrar en materia, con las declaraciones hace diez días del portavoz popular en el Congreso de los Diputados, cuando dijo que la oposición se ha conjurado, con la comisión de investigación sobre la (presunta) financiación ilegal del PP, para buscar la disolución de ese partido.
En mi opinión, está completamente en lo cierto, sobre todo en lo que se refiere a izquierdistas y partidos regionales. ¿Por qué? Porque, mal que bien, el partido de la gaviota (o el charrán, o lo que sea) es lo único (con representación en las instituciones, como suele decirse; el día que Vox llegue a las mismas, será otro cantar) que se opone a las fuerzas que quieren destruir España. No siempre ni en todas partes; pero es que los demás, ni eso.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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