viernes, 25 de agosto de 2017

Arramblando por la rambla

Otra de las cosas en las que los necionanistas catalanes concomitan (pensaba que el verbo no existía, pero resulta que sí… aunque la RAE ya no lo recoge… y además quiere decir casi lo que yo quiero implicar) con la izquierda en general es su postura a la hora de (lo que ellos llaman) negociar: se resumen en lo mío es mío, y lo tuyo vamos a discutirlo. Eso, cuando no se apropian directamente de lo de los demás.
Es el caso, por ejemplo (hablo de memoria), del archivo de la Corona de Aragón, que se encuentra sito en Cataluña (en concreto, en Barcelona); repárese en que habla de Corona de Aragón, no Corona Catalanoaragonesa, como proclaman machaconamente los necionanistas fabulando una Historia que nunca fue. Es el caso también de los papeles del Archivo sobre la Guerra Civil, que el nefando Rodríguez les entregó y de los que se llevaron los que (teóricamente) les correspondían… y todos los demás con los que pudieron arramblar, ya que estaban. Es el caso, otrosí digo, de las obras de arte de la Franja (la zona de Aragón que limita con Cataluña), de las que la Generalidad se ha apropiado, supongo que con la connivencia de la jerarquía eclesiástica de Cataluña (puesto que son regionales, ya no son católicos, esto es, universales).
Y es el caso –por fin llego al meollo de la entrada- de las obras de arte del Monasterio de Sijena, que aterrizaron en Cataluña tiempo ha –por lo visto, tras un incendio en el monasterio- y que la Generalidad se niega a devolver, poniendo excusas tan flojas como que necesita tiempo para estudiar el expediente… un tío que lleva un par de décadas metido en la cuestión. Aragón (el gobierno aragonés, se entiende, no todos los maños a una) pidió que se procediera a la incautación judicial de los bienes en cuestión, a lo que los catalanes (de nuevo me refiero al gobierno regional de la esquinita de arriba a la derecha según se mira el mapa) no sólo desobedecieron la resolución judicial y no devolvieron las cuarenta y cuatro piezas, sino que además se pusieron farrucos y proclamaron que tendrán que ir con la Policía Judicial y cargarlas.
Lo más gracioso es cuando dicen que la Audiencia Provincial reconoció días antes que el consorcio del Museo de Lérida es el depositario de las obras. Pues bien, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, depósito es el lugar o recipiente donde se deposita algo, y depositar es poner bienes u objetos de valor bajo la custodia o guarda de persona física o jurídica que quede en la obligación de responder de ellos cuando se le pidan. En un sentido más jurídico, el contrato de depósito es el acuerdo destinado a procurar la guarda y custodia de una cosa mueble ajena, que impone a quien recibe dicha cosa la obligación de devolverla en cuanto lo requiera la persona que hizo la entrega.
Repárese en lo de la obligación de devolverla. Lo mismo el diccionario del catalán tiene una coletilla que dice algo como salvo que el depositario sea Cataluña, en cuyo caso res de res.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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