lunes, 21 de agosto de 2017

Tres ejemplos más de sectarismo

De verdad que resulta difícil decidir si publicar o no las (aparentemente) inacabables muestras de miseria moral que necionanistas y neocom se dedicar a perpetrar, ahora con motivo de los atentados (atentados, Alberto Garzón, y no atropellos; será que como estás de luna de miel, no puedes estar a dos cosas a la vez… eso, o que tu conciencia, o el pedrusco que sea que tienes en su lugar, no te da para nada más) en Cataluña de la semana pasada.
Y decidido el comentarlos (evidentemente), también resulta complicado si hacerlo por orden de aparición ante el micrófono (con lo que esta entrada no aparecería hasta el 15 de Septiembre), o saltarse a la torera el orden establecido y cambiar el FIFO por el LIFO (o, en español, el EPSP por el EUSP), siquiera por una sola vez.
Todavía queda una decisión más, que es la de darles una entrada extra (duplicando así la cadencia diaria) o hacer correr todas las demás. Como estaréis leyendo esto (típico caso de ¿suena un árbol al caer si no hay nadie escuchando?), ya sabréis que he dedicido comentarlo, saltarme el orden establecido y duplicar la cadencia.
Seré breve, porque no merecen más y porque los hechos se comentan por sí solos. Primero, los neocom pamploneses se niegan a condenar los atentados en Cataluña. Leído el artículo (algo que no pensaba hacer, pues no quería saber sus motivos, pero me picó la curiosidad), resulta que las razones que esgrimen no son ideológicas, sino de (llamémosle así) escrúpulos morales. Resulta que rechaza de forma contundente los atentados que han dejado catorce muertos en Barcelona y Cambrils pero no los condenan. Aseguran que no utilizan la palabra condena porque no se pueden erigir en jueces. En una nueva muestra de esa esquizofrenia ideológica a la que tan aficionada es la izquierda, el grupo de Podemos en la asamblea legislativa de Navarra sí que ha condenado los atentados de Cataluña en una declaración institucional que ha contado con el apoyo unánime de todos los grupos parlamentarios.
Luego están los antisistema catalanes (la troupe de Famobil, podríamos decir), que llaman hipócrita a Su Majestad el Rey, le acusan de financiar el terrorismo islamista (supongo que por aquello de que España mantiene relaciones comerciales con las monarquías árabes, que a su vez, Arabia Saudita especialmente, financian el salafismo, que es lo que enardece a los asesinos islamistas) y se niegan a acudir a la manifestación que por lo visto va a haber el próximo Sábado si acuden el Rey o el presidente del Gobierno (de España, naturalmente). Se ve que de eso de estar todos unidos, nasti de plasti, ni aunque les vaya la vida en ello.
Y, finalmente, tenemos a un tal Antonio Puigverd (¿Puigverde?), articulista de La Vanguardia, que acusa a los medios capitalinos de utilizar los atentados en Cataluña para hacer política. Tras las habituales cursiladas (más allá de los formales lamentos y de las declaraciones de condolencia, constato cierta frialdad española ante los ataques terroristas en Cataluña, echa de menos gestos emotivos en los balcones y plazas de España y no le satisface la solidaridad en las redes sociales). Para este muchacho (es un decir), la agria batalla política no ha pasado en vano, y aunque reconoce que ha sido estúpido el recurso a la demonización de España durante años y años, resulta que tampoco han pasado en vano las críticas constantes que la política catalana ha recibido por parte de la España mediática y política. En un ejercicio de sectarismo, pide a sus compañeros de Madrid que no señalen tan sólo la aportación catalana a la gran desavenencia. No, sin antes miraros al espejo y denunciar la persistente catalanofobia, para acabar diciendo que Instrumentalizasteis la tragedia para conseguir rendimiento político.
Pasando por alto que si alguien ha instrumentalizado los atentados para conseguir rendimiento político han sido Cocomocho y la bruja Piruja, es como decir que la culpa de la Segunda Guerra Mundial la tuvieron los británicos tanto como los nazis, porque éstos pegaron el primer golpe, pero aquéllos, malvados ellos, se lo devolvieron.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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