sábado, 12 de agosto de 2017

Políticamente estulto

Quizá lo que sigue esté mediatizado por mi condición de varón y es posible (probable, incluso) que la parte femenina de mis lectores (o parte de esa parte, al menos) pueda estar en desacuerdo con lo que voy a decir. Pero bueno, si escribo en este blog es para poder decir lo que me plazca sin temor a ser interrumpido (que no a ser contradicho, eso entra dentro de lo deseable, aunque no se produzca con demasiada frecuencia). A lo que vamos.
Leí con estupor –aunque no por sorpresa, dada la deriva hacia lo políticamente correcto (o lo que los adalides de lo políticamente correcto consideran como políticamente correcto)- la noticia de que en la próxima Vuelta Ciclista a España se iba a suspender el tradicional intercambio de besos (castos y recatados, eso sí; en las mejillas nada más) entre los distintos corredores que subieran al podio al finalizar la etapa y las físicamente agraciadas señoritas (o señoras, vaya usted a saber) que, con la denominación de azafatas, hacen entrega de los correspondientes trofeos a los miembros más destacados de la denominada serpiente multicolor.
Por lo visto, semejante actividad ha sido considerada como machista y denigrante por parte de la progresía biempensante. Pero, que yo sepa, nadie ha obligado a los atractivos ejemplos del denominado bello sexo a desempeñar semejante empleo, más basado quizá en sus atributos físicos que en sus cualidades intelectuales. Se trataría, por tanto, de un caso perfectamente legítimo y respetable.
Claro que, como soy varón, quizá esté equivocado y se trate de un supuesto más de opresión heteropatriarcal y machista. Vaya usted a saber…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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