lunes, 14 de agosto de 2017

Sectarismo progre

Cuando alguien del mundo de la farándula acude a un acto social con una camiseta del asesino de masas Ernesto Guevara, o manifiesta su simpatía por autócratas como los Castro o los bolivarianos de Venezuela, o montan una plataforma de apoyo al mayor inútil que ha ocupado, de momento, la presidencia del gobierno de España, la mayor parte del gremio y de la opinión pública de Internet (me refiero a los que rebuznan en Twitter, básicamente) les disculpan y hasta les alaban como gente con criterio y principios, y como un ejercicio de la libertad de opinión.
Pero cuando alguien del mundo de la farándula invita a comer al padre y a la hermana mayor del jefe del Estado, y hace pública esa circunstancia –me refiero, claro está, a la comida, que el parentesco regio es de sobras conocido- en las redes sociales, y además se da la circunstancia de que el convidante y uno de los invitados principales no tienen ningún escrúpulo en manifestarse como de derechas, y de criticar a unos y otros tiranos caribeños, esas mismos rebuznantes les ponen a caer de un burro.
Eso fue lo que sucedió hace cosa de un mes, cuando Arévalo invitó, entre otros, a Bertín Osborne, al rey Juan Carlos y a la infanta Elena a una paella. Se ve que, en España, los de derechas no tenemos derecho a manifestar opiniones políticas o a convidar a según qué personas. Al menos, no tenemos derecho según el progretariado, claro está.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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