lunes, 28 de agosto de 2017

Eh, lobito, que se te cae la piel de cordero

Cuando los perroflautas devinieron delinquidores y se dedicaron a ocupar las plazas públicas, coartando así el derecho a la libertad de movimiento de los demás, proclamaron a los cuatro vientos, además de su escasa higiene corporal, que aquello era verdadera democracia, que los políticos de la casta no les representaban, y que allí se podía debatir de todo.
Sin embargo, ya en aquellos (no tan) lejanos tiempos se podía vislumbrar el verdadero carácter ideológico de aquella chusma. No eran libertarios, ni en el sentido estadounidense (una especie de liberales extremos, para entendernos) ni en el europeo (una forma fina y delicada de referirse a los anarquistas): eran, simple y llanamente, marxistas o, por decirlo más claramente, comunistas. Más habituados a las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación que sus correligionarios castizos, que en aquellos lejanos tiempos les apoyaban y buscaban servirse de ellos, pero comunistas al fin y al cabo.
Andando el tiempo, y metida ya la patita en las instituciones (y también la zarpa y el tafanario, no nos engañemos), estos neocom se han ido quitando la careta, esa careta que tampoco es que ocultara demasiado, la verdad. Tras deglutir a quienes se encontraban a su derecha inmediata (los paleocom de los que antes he hablado), avanzar inexorables pretendiendo fagocitar el premio mayor, el cada vez más decadente partido socialista. Y mientas, además de abrazarse a dictadores (de izquierdas) y teocracias homófobas, van exteriorizando las formas, modos y maneras que cualquier autoritarismo, y más los de izquierdas (que ha sido más y han gobernado, y gobiernan, y han asesinado, y asesinan, a más seres humanos que los de derechas), han tenido desde siempre.
La penúltima ha sido decidir que se inhabilitará a aquellos militantes que filtren datos comprometidos. Algo que, en teoría, no debería suceder, puesto que, como todos sabemos (porque ellos mismos se encargan de decirlo con todo el cuajo del mundo), la gente de izquierdas es genéticamente incapaz de hacer algo malo.
Después de todo, los filtrantes no se deberían quejar: no hace tanto tiempo que a esa gente se les purgaba… y no hablo en sentido digestivo, precisamente.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: