lunes, 15 de enero de 2018

Es inútil

En las regiones donde los partidos nacionalistas son pujantes –básicamente dos, Vascongadas y Cataluña; lo de Navarra es una sopa de letras-, los partidos llamados nacionales (antes) o constitucionalistas (ahora) que ya existían en el siglo pasado (es una manera de excluir a Ciudadanos) han adoptado, en mayor o menor grado, una línea de perfil bajo en lo referente a su carácter de españoles, como si eso fuera algo que tuvieran que hacerse perdonar, al tiempo que un intento de pescar en otros caladeros electorales, quizá pensando que sus votantes tradicionales los tenían seguro.
Nada más errado. En cuanto a los votantes regionalistas, entre el original y la copia siempre votarán al original, mientras que los citados votantes tradicionales lo más habitual es que, para votar a unos que van a hacer lo mismo que los otros, lo más probable es que no voten.
Por ello, paleocom, populares y socialistas, de mayor a menor desgaste, han visto reducidas sus expectativas electorales a la práctica inanidad. Los primeros, subsumidos en coaliciones que se insertan en agrupaciones que se incardinan en movimientos, únicamente sirven para apoyar con su menguante número de escaños a aquellos a los que siempre han apoyado: a los enemigos de España.
Los terceros, de ser alternativa de gobierno en ambas regiones -¡ay, aquella ocasión desperdiciada de mediados de los ochenta en que un socialista pudo haber sido el inquilino de Ajuria Enea!- han pasado a quedar apartados del podio (esto es, de las tres primeras posiciones).
En cuanto a los segundos, aquellos que concitan los odios y la aversión de unos y otros (regionalistas, comunistas, socialistas…), parecen no recordar que cuando han obtenido los mejores resultados electorales –y de eso supongo que se trata, de que les voten cuantos más, mejor- han sido cuando han mantenido una postura más firme (Mayor Oreja, San Gil, Vidal-Cuadras…) en defensa de España y de los españoles. Pero, atendiendo a las consignas de Arriolas, Moragas y demás compañeros mártires –que ya se ve para qué sirven-, han preferido ser suaves, blanditos, diríase que de algodón.
¿El resultado? Que en Cataluña, por poner un ejemplo, les siguen haciendo el cordón sanitario pese a abanderar el rechazo al boicot comercial. Boicot que, por otra parte, no es sino libertad de elección de los consumidores, que entre comprar un producto catalán u otro que no lo sea, eligen adquirir el segundo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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