domingo, 21 de enero de 2018

Matar al mensajero

Los políticos, en general, tienden a culpar de sus desgracias (electorales) a los demás. Alfonso Guerra, a finales de los setenta, dijo, cuando el PSOE no consiguió los resultados que esperaban, que España se había equivocado.
Es decir, el problema no era de ellos (los socialistas), su mensaje, su programa, la forma de transmitirlo… no, el problema era que los españoles no habían votado a quienes (según ellos, claro) debían haber votado.
Cuarenta años después, las cosas no han cambiado gran cosa en la izquierda o, al menos, en cierta izquierda. El hundimiento neocom en las elecciones regionales catalanas (y el que vaticinan las encuestas) no se debe a su programa demencial, ni a su coqueteo ambiguo con los golpistas, ni a su desprecio a los símbolos patrios, ni a su prepotencia chulesca, ni a su nepotismo machista, ni a su inepcia gestora. No, el paralítico argentino, trasplantado de las orillas del Río de la Plata a las del Ebro, ha dado con los verdaderos culpables de todos esos desastres: es la canallesca, la prensa, los medios de comunicación.
Nihil novo sub sole, por lo tanto. Ni aunque el sol sea rojo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: