jueves, 20 de septiembre de 2018

Los puntos sobre las íes

Lo malo del lenguaje políticamente correcto –algo que también podríamos llamar jerga progre- no es esa mezcla de miseria moral e indigencia intelectual que denota. No, lo peor es que, cual gota malaya, va calando y la mayor parte de la gente habla así.
Tomemos como ejemplo el de las bandas de negros –no me cansaré de decir que lo de subsaharianos es una chorrada como un templo, porque incluiría a los afrikáner, algo que no creo que les hiciera demasiada gracia a los descendientes de los bóer- que cada vez con mayor frecuencia, más violencia y en mayor número atacan las vallas fronterizas entre las ciudades autónomas españolas del Norte de África y el país donde rige la monarquía alauita. Los titulares dicen 200 inmigrantes saltan la valla fronteriza de Ceuta y dejan cinco guardias civiles heridos, o bien España devuelve a Marruecos a los 116 inmigrantes que asaltaron la valla de Ceuta.
En esa línea, los progres recuerdan cuando, hace medio siglo, los españoles se veían forzados a hacer la maleta y cruzar los Pirineos en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias. Esa equiparación, sobre ser una falacia, es un insulto a aquellos esforzados trabajadores que, matándose a trabajar, lograron sacar adelante a sus familia. Y lo es porque los españoles marchaban civilizadamente, con un contrato de trabajo, sin emplear la violencia y sin pretender vivir de la sopa boba del país al cual se dirigían.
Cuando alguien entra en un país de manera tumultuaria, con violencia y con ánimo de parasitar el país de destino, no es un inmigrante: es un invasor. Y a los invasores se les repele o se sucumbe ante ellos. Eso vale tanto para hoy como para el año 711.
Convendría recordar Guadalete, porque hoy como entonces tenemos al enemigo dentro, además de enfrente...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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