martes, 23 de abril de 2019

De cabeza por el sumidero

Quizá es que yo sea un retrógrado, que el mundo esté cambiando a mejor y que yo me niegue a aceptarlo por apego a lo conocido. Quizá.
O quizá es que todo el mundo menos un servidor ha perdido el oremus y ya nadie siente el menor sonrojo en proponer medidas disparatadas. En una especie de grito silencioso de maricón el último, la región de Murcia ha sido (de momento) la última en sumarse a esa tarea de elaboración de nuevos estatutos de autonomía (¿para qué?, me pregunto), y así incorporar lo que los cuatro partidos políticos presentes en la cámara regional (PP, PSOE, Podemos y Cs) califican como derechos del siglo XXI.
Desde la llamada brecha salarial (a pesar de su demostrada falsedad) hasta la memoria histórica de la Región de Murcia como patrimonio colectivo que atestigua la defensa de la identidad y la cultura del pueblo murciano y la reivindicación de los derechos y las libertades democráticas, adoptando las iniciativas institucionales necesarias para el reconocimiento y la rehabilitación de todos los ciudadanos que han sufrido persecución como consecuencia de la defensa de su identidad cultural y democrática.
Es más, los poderes públicos deben velar para que la memoria histórica se convierta en símbolo permanente de identidad, multiculturalidad, tolerancia, de dignidad de los valores democráticos, de rechazo de los totalitarismos y de reconocimiento de todas aquellas personas que han sufrido persecución debido a sus opciones personales, ideológicas o de conciencia.
Pues nada: ¡Que viva Cartagena!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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