sábado, 13 de abril de 2019

Debate sobre los debates

Durante esta semana se ha organizado un buen jaleo acerca de los debates durante la campaña electorar: cuántos y con quiénes.
Vaya por delante que imponer los debates por decreto, como las primarias o el jurado, me parece un error. Se trata de instituciones, de figuras, que funcionan en otras culturas jurídico-políticas; básicamente, las que tienen una raíz anglosajona.
Las primarias, por ejemplo. En EE.UU., los partidos son apenas nada, salvo en época electoral: no hay consignas partidistas, no hay voto teledirigido. Allí, el candidato se debe a sus electores, y lo sabe; y por eso mismo se cuidará muy mucho de hacer algo que les desaire. En España, en cambio, los partidos lo son todo. Tan todo son que más que en una democracia, vivimos en una partitocracia, y todas las instituciones que toca lo público –salvo, quizá, la Corona-, desde el Tribunal Constitucional hasta las (¿difuntas?) cajas de ahorro se constituían en función de cuotas partidistas.
En Estados Unidos, los debates sirven para algo: es paradigmático el de las presidenciales de 1.960, en las que un simple senador (si es que ser un senador de los Estados Unidos puede ser calificado de simple) venció a todo un vicepresidente en ejercicio por el simple hecho de su telegenia. Los debates allí son verdaderas batallas, en las que los moderadores –o el público- van a pillar a los candidatos.
En España, en cambio, no hay debate: se trata de una sucesión de monólogos en los que todo está pactado de antemano. Quizá la única excepción a la regla fue el exabrupto de Sin vocales llamando indigno a Rajoy (habló de putas la Tacones… y para lo que le sirvió, se podría haber quedado callado).
Y vamos a lo que vamos: inicialmente, Vox quedaba fuera de los debates, al menos de los que organizara la televisión pública estatal. Esto provocó que el partido más a la derecha de los que tienen perspectivas de jugar un papel a nivel estatal interpusiera una denuncia ante la Junta Electoral Central. Probablemente, el recurso lo presentaron con la boca pequeña, puesto que el quedar fuera del debate les beneficiaba: aparecían como víctimas, y no corrían el riesgo de defraudar expectativas. Porque, reconozcámoslo, Abascal está todavía un poco bisoño.
Aunque ver a Abascal y al Chepas dándose de bofetadas (dialécticas) tendría su gracia, desde luego…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: