domingo, 9 de junio de 2019

Aquí nadie te quiere

Con los presidentes del consejo de gobierno de la comunidad autónoma catalana pasa lo mismo que con los secretarios generales de los socialistas: cuando crees que no se puede hacer peor, llega el siguiente y hace que su predecesor parezca, por comparación, un estadista de talla mundial.
Repasemos: a Polluelo le sucedió Maragall, a éste Montilla, a éste Arturito Menos, que a su vez fue seguido de Cocomocho antes de que llegara Chistorra. Dejando aparte que uno tiembla al pensar en el siguiente, la sucesión es verdaderamente escalofriante: pocas veces se habrá visto mayor sucesión de inútiles con talla política y moral más descendente (aunque en esto último, el patriarca de los Pujolone da sopas con honda a todos los demás reunidos).
Haciendo uso de lo que llaman la mejor parte del valor, el del peinado inefable salió por piernas (o por ruedas) cuando vio que se cernía sobre él la posibilidad de pasar una temporada a la sombra. Desde el lugar en que uno de los más grandes genios militares de todos los tiempos halló su derrota definitiva, el pintoresco sujeto no para de lanzar soflamas y consignas, aunque pocos fuera de su círculo más próximo le tomen en serio.
En lo que tampoco ceja es en su desfachatez, su cara dura, su jeta de cemento armado. Como no es tonto (al menos, no del todo), sigue descartando regresar a España y pretende ser eurodiputado sin jurar la Constitución. No es que tenga importancia –ya la ha prometido antes, y ha dado sobradas muestras del nulo valor que tiene su palabra-, pero esa insignificante formalidad parece ser un requisito sine qua non para adquirir la calidad de parlamentario europeo de la que pretende disfrutar.
Pues que no vuelva. No se le echa de menos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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