jueves, 27 de junio de 2019

No cabía esperar otra cosa

Históricamente, el mayor enemigo de España ha sido interno. Y ese enemigo ha sido el Partido Socialista Obrero Español, que prácticamente desde su nacimiento incumplió la última de las cuatro palabras que forman su denominación, siempre presto a aliarse con quienes querían destruir España, ya fueran los separatistas, el comunismo internacional o el terrorismo racista.
Algunos (bastantes) parecen no recordar que hace cuarenta años, el PSOE avanzaba detrás de unas pancartas en las que podía leerse Gora Euskadi Askatuta. Parecen no recordar que, habiendo ganado unas elecciones regionales, dejaron que siguiera gobernando el partido fundado por un orate racista. Parecen no recordar que firmaron un pacto por las libertades y contra el terrorismo, mientras bajo cuerda seguían negociando con los terroristas y contra las libertades. Parecen no recordar que violaron la jornada de reflexión (una jornada estúpida, pero que hay que respetar) haciendo política con casi doscientos cadáveres todavía calientes.
Algunos, en cambio, no olvidamos ninguna de esas cosas. Por eso, no nos sorprenda, aunque nos entristezca, que le hagan el caldo gordo a los golpistas catalanes. No nos sorprende, aunque nos entristezca, que se encaramen al poder subiéndose a los hombros de los racistas vascos y contando con la abstención de los terroristas no arrepentidos. Y no nos creemos, aunque lo digan, que den por rotas unas negociaciones que no abandonaron ni siquiera con muertos encima de la mesa.
Como diría William Jefferson Clinton: ¡es el PSOE, estúpidos!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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