Como he señalado unas cuantas veces -y no me cansaré de hacerlo-, no hay -a nivel de dirigentes- un partido de la mano y el capullo bueno y otro malo.
Desde sus mismos orígenes ha habido un único
PSOE, y ha sido el malo. Entre otras cosas, porque en cuanto ha surgido algún
dirigente con principios y ética -alguno ha habido, pero pocos-, los malos -el
aparato- se han encargado de eliminarle o, al menos, dejarle arrinconado, para que
no moleste demasiado.
La única novedad que ha supuesto la irrupción
del psicópata de la Moncloa y sus acólitos, por tanto, ha sido en la intensidad
de los vicios unida al descaro de los mismos. La cosa se ha extendido de tal
manera que ya hasta los líderes regionales de segunda fila la practican como
maestros consumados.
Un buen ejemplo lo tenemos en el que fuera
presidente de la diputación de Badajoz, implicado en el escándalo del teledirector
de orquesta -del que las malas lenguas dicen que podría ser un conocido,
además de en sentido lato, en sentido bíblico-, que a las puertas de ser encausado
forzó su aforamiento como parlamentario regional.
Y aquí viene el descaro, porque no bastaba
con que dimitiera una parlamentaria socialista para hacerle hueco, sino que
-hay que ser cruel, con lo escaso que está quedando el poder ser carga pública
para los sociatas- hasta cuatro de los que en su día aparecieron en la lista dela partida tuvieron que presentar su renuncia para permitirle convertirse en un
calienta escaño.
Claro, que estas cosas no se hacen gratis
et amore, y el nuevo parlamentario decidió concederle a su predecesora el
puesto de subdelegada en Badajoz del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer.
Lo malo es que no contaban con el superior de
la que ahora ocupa el cargo, el delegado del Gobierno (hasta para mí resulta excesivo
repetir tan de seguido lo de desgobierno socialcomunista etcétera etcétera)
en Extremadura, que se ha negado a que le priven de una persona de su máximaconfianza.
Dónde vamos a ir a parar, si las órdenes de la superioridad ya no se cumplen a pie juntillas y con la cerviz convenientemente inclinada…
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