domingo, 13 de noviembre de 2016

Análisis político de baratillo

Con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, celebradas el pasado Martes, han aparecido como hongos tras la lluvia los análisis de lo ocurrido. Ninguno en general merece el más mínimo comentario, pero no me resisto a decir un par de cosas sobre el publicado el Viernes en el diario El Mundo, del que entresaco un par de frases:
Porque decididamente algo funciona muy mal en un partido que fuerza que mujer de 69 años, que lleva 20 en el primer plano de la política, que pertenece a una de las dinastías más influyentes de Washington, que ha sido primera dama, senadora y secretaria de Estado y que está marcada por sospechas de tráfico de influencias y de corrupción a ser candidata presidencial
evitar errores garrafales como la candidatura de Hillary, algo que, a excepción de los barones del partido, cualquiera podía intuir
Teniendo en cuenta que el artículo en cuestión ocupaba más de una página –aunque una porción generosa de su extensión la ocupaba una foto de la candidata derrotada-, si me pusiera a comentarlo todo (en realidad es trampa, he cogido lo que tiene más chicha) probablemente no llegaría a tiempo de las siguientes presidenciales (hipérbole: dícese de una exageración desmesurada), porque me surgen varias cuestiones:
  • ¿Quién o quiénes han sido los malvados que han forzado a Hillary Rodham Clinton a presentarse?
  • ¿La forzaron también a presentarse hace ocho años, o en aquella ocasión el impulso partió de la candidata?
  • Si la respuesta a la segunda pregunta es , ¿significa eso que tras su derrota de 2.008 y su paso por la Secretaría de Estado había dado por colmadas sus ambiciones políticas?
  • Si lleva veinte años en el primer plano de la política, las cifras no me cuadran. Dos mil dieciséis menos veinte da mil novecientos noventa y seis. ¿Quiere eso decir que durante el primer mandato de su marido (dos por el precio de uno) no estuvo en el primer plano de la política? ¿Quiere eso decir que ser senadora por Nueva York (lo fue entre 2.000 y 2.008) es estar en el primer plano de la política, pero ser esposa del gobernador de Arkansas no lo es? Vale, no hace falta responder a esta última pregunta, y que me perdonen los habitantes de Arkansas.
  • Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, dinastía es Familia en cuyos individuos se perpetúa el poder o la influencia política. Perpetuar es, en su primera acepción, hacer perpetuo o perdurable algo (y perpetuo, que dura y permanece para siempre), y en la segunda dar a las cosas una larga duración. Vamos hacia atrás: puesto que no cabe interpretar que veinte años es para siempre, ¿son entonces una larga duración? Y, en cuanto a lo de familia, son un matrimonio, así que corta dinastía es: dinastías lo serían los Bush (dos presidentes, más un gobernador, además de que el padre del primero ya tuvo ciertas influencias) o la dinastía política americana por antonomasia, los Kennedy.
  • Para terminar, a toro pasado es muy fácil decir que era un error garrafal la candidatura de la señora de William Jefferson. Cincuenta millones de estadounidenses no parecen pensarlo… aunque enfrente tengan a una cantidad equivalente que han preferido al del flequillo con exceso de laca.


¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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