Los neocom juraban y perjuraban –visto lo visto, mucho más lo segundo que lo primero- que ellos no estaban en política por los sillones ni por el poder, sino por la gente. Sin embargo, cuando transcurrido un año desde las primeras elecciones generales a las que se presentaron no sólo no han alcanzado el poder estatal –ese poder que tan cuidadosamente habían repartido cuando ya casi lo tocaban con la punta de los dedos, no hace tanto- sino que ni siquiera han conseguido sobrepasar a un PSOE en caída libre y con el peor secretario general de los últimos tiempos (y mira que el puesto está disputado), se ve que lo que de verdad les mueve es el ansia de poder.
Eso, y el rencor hacia quienes ellos consideran responsables de que no hayan tomado el cielo, ni por asalto ni de la mano de otros. Y es con esos presuntos responsables con quienes amenaza romper todos los pactos autonómicos, llegando a precisar que en Enero renegociará su acuerdo con el PSOE en Baleares.
Sin embargo, los neocom, henchidos a partes iguales de soberbia y de rencor, no parecen haberse percatado de dos puntos. El primero, que ellos no son imprescindibles para que el PSOE mantenga la presidencia de las comunidades autónomas en las que gobierna. En efecto, en general bastaría con el consentimiento del Partido Popular (que la mayoría de las veces ha sido la fuerza más votada en esas autonomías) para mantener en la poltrona a los respectivos barones socialistas: una especie de contrapartida de la abstención que ha permitido que Mariano Rajoy sea, a día de hoy, presidente del Gobierno.
La segunda es que esa represalia que ellos amenazan con tomar puede ejercerse contra ellos. En efecto, en la mayoría de los casos, si los neocom gobiernan en los ayuntamientos es por el apoyo de los socialistas (sin ir más lejos, en Madrid a la comunista Carmena le votó el socialista Carmona). Y, a diferencia de los gobiernos autonómicos, de faltarles el apoyo socialista les sería difícil encontrar quien estuviera dispuesto a apoyarles.
Ahora sólo falta que los suciolistos se percaten de estos dos extremos y abandonen su posición noesnoísta, y será el principio del fin para Junior y sus camaradas en lo que a gozar de las mieles del poder se refiere.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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