sábado, 12 de noviembre de 2016

Qué antiguos, los modernos

De los dos partidos que surgieron tras la (presunta) muerte del bipartidismo en España (muerte de la que, como dijo –creo- Mark Twain, las noticias han resultado ser algo exageradas), uno en particular –ese del que hablo con cierta frecuencia en este blog- se proclamó como opuesto a la vieja política, lo que les convertía a ellos, sensu contrario, en la nueva política. Nada más lejos de la realidad.
Como todos los comunistas, las formas de comunicarlo podrán ser nuevas, pero sus consignas y proclamas son de lo más viejo, rancio y caduco que hay. Tomemos como ejemplo el caso del alcalde de Cartagena, perteneciente a la franquicia local de los neocom. Pues bien, el muchacho no es que se remonte al siglo pasado para sus soflamas, sino que retrocede ciento cincuenta años: si no les dejan ser provincia (este hombre se debe haber saltado las clases de Derecho Constitucional, puesto que el artículo 141.1 de nuestra vigente Carta Magna establece que cualquier alteración de los límites provinciales habrá de ser aprobada por las Cortes Generales mediante ley orgánica), amenaza con dejar Murcia.
Pues les digo lo mismo que a los necionanistas catalanes: si no quieren estar donde están, que se vayan; pero Cataluña es España, y Cartagena es Murcia. Si por mi fuera, que empezaran a caminar hacia el Este y que no paren…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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