De
los dos partidos que surgieron tras la (presunta) muerte del bipartidismo en
España (muerte de la que, como dijo –creo- Mark Twain, las noticias han
resultado ser algo exageradas), uno en particular –ese del que hablo con cierta
frecuencia en este blog- se proclamó como opuesto a la vieja política, lo que les convertía a ellos, sensu contrario, en la nueva política. Nada más lejos de la
realidad.
Como
todos los comunistas, las formas de comunicarlo podrán ser nuevas, pero sus
consignas y proclamas son de lo más viejo, rancio y caduco que hay. Tomemos
como ejemplo el caso del alcalde de Cartagena, perteneciente a la franquicia
local de los neocom. Pues bien, el
muchacho no es que se remonte al siglo pasado para sus soflamas, sino que
retrocede ciento cincuenta años: si no les dejan ser provincia (este hombre se
debe haber saltado las clases de Derecho Constitucional, puesto que el artículo
141.1 de nuestra vigente Carta Magna establece que cualquier alteración de los límites provinciales habrá de ser aprobada
por las Cortes Generales mediante ley orgánica), amenaza con dejar Murcia.
Pues
les digo lo mismo que a los necionanistas
catalanes: si no quieren estar donde están, que se vayan; pero Cataluña es
España, y Cartagena es Murcia. Si por mi fuera, que empezaran a caminar hacia
el Este y que no paren…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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