Los
izquierdistas suelen ser (repárese en el verbo: no estoy diciendo que todos
lo sean, sólo que es lo habitual) gente anticlerical. Tanto más cuanto más a la
izquierda se encuentran, consideran a la Iglesia (la católica, ¿cuál si no?) el
foco de todos los males del mundo mundial a lo largo de la Historia, con
permiso de los Estados Unidos y de Franco, según toque.
Dicho
esto, no tienen escrúpulo alguno en recurrir cuando corresponde a la jerarquía
eclesiástica, incluso apuntando a la
cabeza. Me refiero a la carta que presentó Cañamero al Papa, en la que decía
que el SAT es un sindicato pacífico
que mira sólo por los más débiles y
que, por tanto, Bódalo es un sindicalista en prisión encarcelado por motivos
políticos. Igualmente, solicita al obispo de Roma que apoye la petición de indulto del sindicalista en cuestión.
El problema
es que, aunque el sindicato sea pacífico –algo que dudo mucho, pero vamos a
conceder ese extremo-, sus miembros no tienen por qué serlo. Andrés Bódalo, en
concreto, no lo es. Lo que sí es, en cambio, resulta algo mucho más
desgradable: según los funcionarios de prisiones, es un inadaptado que no limpia su celda y que molesta a los demás presos.
Y un
rajao, añadiría yo, que empieza una huelga de hambre y la abandona antes de una semana.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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