Hace
cosa de veinte años, se hizo famosa la escena de Carmen Sevilla mostrando su
amor por las ovejitas de su finca. Hoy,
la folclórica –tristemente retirada de la vida pública- parece haber encontrado
una digna sucesora, al menos en su amor por el ganado ovino.
Lamentablemente,
esa sucesora es alguien con muchas más responsabilidades que la artista, y
cuyas decisiones tienen una repercusión mucho mayor. Me estoy refiriendo, cómo
no, a la alcaldesa de Madrid, que con motivo de la Fiesta de la Trashumancia ha
manifestado su intención de que haya un rebaño de ovejas en la Casa de Campo demanera permanente. Más tarde, respecto a las peticiones de los ganaderos para
que se fomente el consumo de la carne de cordero, Carmena ha asegurado que el Ayuntamiento tiene un número muy
importante de mercados (una afirmación tan precisa como aquella de vamos a destinar nada menos que una cantidad
muy importante… se ve que, al ser de una carrera de Letras, las grandes
magnitudes numéricas –es decir, por encima de la unidad- las ve todas iguales).
No querría yo pensar que el que los podemitas
acojan a los musulmanes con los brazos abiertos tenga algo que ver con ese
incremento del consumo de la carne de cordero.
Definitivamente,
parece que tiene en común con María del Carmen García Calisteo algo más que el
cariño por los borreguitos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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