jueves, 24 de noviembre de 2016

Descanse en paz

Hoy es uno de esos días en que me salto la regla del first in, first out y hago que una de las últimas noticias recibidas sea la primera en salir. Entre otras cosas, porque de publicarla cuando toca (que sería el 11 de Diciembre) habría quedado obsoleta. No por el hecho luctuoso a que me referiré, sino por el ejemplo de miserabilidad: los perpetradores del mismo en lo único en lo que son generosos son en las razones que dan para que se les tenga un profundo asco y el más absoluto desprecio.
Ayer por la mañana murió Rita Barberá, la que fue alcaldesa de Valencia durante un cuarto de siglo y presunta implicada en una trama de corrupción. Falleció de un ataque al corazón; sin ser médico, diría que al mismo contribuyeron las vicisitudes que tuvo que soportar en estos últimos meses. Merecidas o no –en ese extremo no entro-, de seguro que no fueron plato de gusto y que la tuvieron que afectar.
En el Congreso se guardó un minuto de silencio. Lo guardaron todos los grupos políticos salvo el neocom, que se ausentó de la cámara, con pretextos más o menos políticamente correctos –que si sería hacer un homenaje a una corrupta, que si esas cosas pertenecen a la esfera privada…- pero inadmisibles en todo caso.
Quizá no sea el más indicado para criticarles. Yo, por ejemplo, no guardo un minuto de silencio por nada ni por nadie, al menos en público. Y no hago excepciones: no lo guardé por las víctimas del 11 de Marzo, sin ir más lejos. Mis silencios y mis oraciones me los reservo para mí. Pero no voy dando la nota por ahí. Y, desde luego, no hago escarnio de los muertos, ni siquiera como humor negro. Pero todos sabemos que los de la extrema izquierda tienen, en el lugar de la conciencia, un saco de estiércol.
Con mis disculpas para el ganado bovino, por supuesto.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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