Hace
meses, la alcaldesa de Barcelona montó uno de sus numeritos indicando que no
era de su agrado la presencia de militares de uniforme en una feria dedicada,
creo recordar, a las salidas profesionales de los jóvenes.
Parece
que el antimilitarismo de la bruja Piruja
no lo ejerce con carácter general, sino sólo cuando el personal castrense
pertenece a las fuerzas armadas españolas. Sólo así cabe interpretar el hecho
de que hace apenas diez días saltara la noticia de que el ayuntamiento de
Barcelona promociona la creación de un ejército catalán.
Ejército
que, con ese espíritu económico tan propio de los catalanes, optaría por
practicar una guerra de guerrillas. Dado el cada vez mayor desconocimiento del
español, deben pensar que una guerrilla
es una guerra pequeña que, así, les saldría más barata.
Que tampoco
están los tiempos para tirar el dinero, carape…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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