domingo, 13 de noviembre de 2016

Vaya tropa

Decía ayer que los moelnos resultan de lo más antiguo o, como suelo decir, de lo más castizo. Tomemos el caso, por ejemplo, del reciente ganador de la batalla interna por controlar la franquicia madrileña de los neocom, batalla en la que ha resultado perdedora la estríper asaltacapillas.
Pues bien, este muchacho –el vencedor, quiero decir-, comunista de pro, resulta que adquirió una vivienda de protección oficial (o de precio tasado, o lo que sea; una vivienda con un precio asequible que se entrega, en principio, a personas con escasas posibilidades económicas). Su padre –implicado en el caso de las tarjetas black de CajaMadrid- le prestó sesenta mil euros (¿a quién no le handado sesenta mil euros sus padres?, preguntó retóricamente ese hijo de papá; pues a mí, señor Espinar, que esperé a tener dinero suficiente para comprarme un piso y que para pagarlo no he pedido prestado más que al banco, y sin enchufes de ninguna clase), piso que vendió antes de tiempo con una ganancia de treinta mil euros (eso, después de solicitar a la comunidad de Madrid venderlo por un precio inferior).
Mientras, el muchacho se manifestaba contra los especuladores al grito de sin casa, sin curro. Lógicamente, y como antes se coge a un mentiroso que a un cojo, las explicaciones que ha dado el especulador (vocación legítima –y, sobre todo, legal-, aunque incoherente con los postulados de la izquierda a la que dice pertenecer) han sido de todo menos convincentes. Lógicamente, su jefe de filas, coherente con sus postulados orwellianos (todos los políticos son iguales, pero algunos son más iguales que otros) le ha defedido diciendo que su actuación es perfectamente ética.
Ética sin duda, Junior. Pero también, macho, profundamente antiestética.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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