jueves, 3 de noviembre de 2016

Una imagen vale más que mil palabras

Es lugar común entre los progres y los maricomplejines que la banda terrorista de ultraizquierda de origen vasco ha sido derrotada. Nada más lejos de la verdad: en realidad, han triunfado, o casi. Si no han conseguido sus objetivos últimos, están muy próximos a ello.
Por una parte, detentan una enorme cuota de poder sin haber tenido que hacer ninguna concesión, salvo la de dejar de matar (y eso, como señalan los conocedores de ese mundo, cada vez les resultaba más difícil, por lo que tal renuncia es como la de la zorra que dijo que las uvas estaban verdes): ni entrega de armas, ni arrepentimiento, ni condena de su pasado. Nada. Siguen en la misma posición en la que estaban, sólo que ahora no llevan capuchas (lo cual es una pena, porque la fealdad de sus rostros se corresponde con la horripilancia de sus almas negras y podridas).
Por otra, han conseguido que el llamado nacionalismo moderado –ese que, en palabras del exjesuita, recogía las nueces que caían cuando otros sacudían el árbol- haya ido radicalizando su mensaje en un intento de no perder cuota electoral. Y, como sucede siempre en tales casos, el objetivo sólo se consigue, en el mejor de los casos, a medias, porque entre el original y la copia, entre la herrikotaberna y el batzoki, los electores potenciales siempre preferirán el producto genuino.
Muestra palpable de todo lo que acabo de decir fue el incidente de hace tres semanas en Alsasua, cuando casi medio centenar de terroristas –porque eso es lo que eran, eso es lo que son- atacaron a dos guardias civiles y a sus parejas al grito de pikoletos hijos de puta. Muestra palpable es que ese despojo humano cuyo nombre es Guillermo Toledo arremetiera contra las víctimas del atentado, y no contra los terroristas. Muestra palpable es que el Partido Socialista Obrero Español, como en los peores tiempos, firmara contra la masiva presencia de la Guardia Civil en Alsasua. Muestra palpable es que un terrorista –porque eso es lo que era, eso es lo que es- le propinara un puñetazo al presidente de Nuevas Generaciones de Vizcaya sólo por sus ideas políticas.
Muestra palpables es, en fin, la viñeta que el dibujante Ricardo publicó en el diario El Mundo al día siguiente del atentado, y que reproduzco a continuación. Justo antes de la despedida que hoy, como homenaje, tomo del estribillo del Himno de la Benemérita.
¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!
¡VIVA EL ORDEN Y LA LEY!
¡VIVA LA GUARDIA CIVIL!

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