Pogres
y necionanistas, sobre su odio a España,
tienen una cosa en común: cuando cometen un delito y se les critica, aducen que
han actuado en el ejercicio de la libertad de opinión, ya sea ocupando la vía
pública, lanzando adoquines (o cosas peores) a las fuerzas del orden o
rompiendo y quemando fotos del Jefe del Estado. Saben que lo que hacen está
mal, pero lo justifican.
Ahora,
los secesionistas catalanes han ido un paso más allá, y el consejo de gobierno
de la comunidad autónoma de en la
esquinita de allí arriba a la derecha pretende que el ofender en efigie a
Su Majestad el Rey no sea delito. Como he dicho, saben que hacer lo que hacen
es una infracción del ordenamiento penal, pero consideran que en este caso es
la norma jurídica la que está en un error (y no ellos) y que, por lo tanto,
debe ser cambiada (en lugar de cambiar ellos).
En
correspondencia, supongo que asumirán que todos los españoles de bien, también
en efigie, hagamos aguas mayores en sus progenitoras femeninas. Siempre en
nombre de la libertad de expresión, por supuesto.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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