La
primera temporada de esta serie la vi de manera discontinua, en ocasiones
directamente en la televisión; las otras dos las he visto enlatadas, estas navidades y en sesiones de varios episodios cada
vez.
El
tratarse de unas serie de televisión, en lugar de una película (o incluso
varias películas) tiene sus ventajas y sus desventajas. Entre las primeras
está, básicamente, el que permiten un mayor desarrollo y profundidad (tampoco
exageremos) de los personajes y de sus motivaciones; esto se aprecia
especialmente en el caso de Milady de Winter, algo más que la seductora
inmisericorde que suele aparecer en las demás versiones.
Entre
los defectos se encuentra el que hay que rellenar la trama con elementos que no
se encuentran en la base literaria, con lo que el alejamiento de la Historia es
más acentuado: aparecen, por ejemplo, una serie de primeros ministros
(Rochefort, Treville… ¡Aramis!), y la caracterización de Luis XIII es tal que
convierte en eminencias contenidas a todas las anteriores.
Para
finalizar, y como no podía ser de otra manera en una serie sobre franceses
hecha por ingleses, los villanos de la función son, naturalmente, los
españoles.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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