Suele
denominarse como pato cojo (lame duck) a un político en la etapa
final de su mandato y que no va a ser reelegido para el puesto. Más concretamente,
se suele aplicar a los presidentes de Estados Unidos en la recta final de su
segundo mandato, cuando se preocupan más por preservar su legado que por tomar
medidas de fuste.
Recientemente
ha surgido en España un ejemplo clarísimo de esa especia: me refiero al
presidente del consejo de gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña, el
inefable Cocomocho, que ha anunciado que no se presentará a las próximas elecciones autonómicas (de cualquier modo,
tampoco lo hizo a las anteriores, al menos no como cabeza de lista). Este anuncio
ha sembrado el desconcierto en las filas de su propia formación, que por lo
visto no se esperaba esta decisión a pesar de que, según las encuestas, los
secesionistas volverían a obtener la mayoría absoluta en unos hipotéticos
comicios.
El problema
(para los independentistas) es que las distintas formaciones se detestan entre
sí casi tanto como detestan a España. O, por decirlo de otra manera, que lo
único que evita –a duras penas, eso sí- que se despellejen entre sí es que
tienen enfrente al resto del país.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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